-Una vez conocí a una Persona muy… especial. No sabía nunca que era lo que quería... hasta que se pilló. Se puede decir que esa Persona era un caso extraño de embotellamiento compulsivo en sí mismo. Pero sinceramente, creo que ese no era su único problema... Se consideraba mala persona, era algo que le comía mucho el coco, había veces que incluso no podía dormir noches enteras dándole vueltas a ese pensamiento. Dos intentos de suicidio, varios comas etílicos, coca a montones y algunas cosas sueltas más de las que me llegué a enterar, son algunos de los motivos por los cuales no se consideraba buena persona. Sin embargo, llevaba una vida normal con muchos de sus amigos y su familia. Aunque es cierto que hay algunas personas que saben llevar bien eso del dolor sin que nadie lo note. Bueno, a la Persona, según yo, le faltaba algo, un motivo para sentirse una persona completa, y en realidad, más que algo, alguien. Sí, sí, alguien a quien cuando miras sientes que lo tienes todo y no necesitas más… alguien con quien despertarse por las mañanas y que sea lo primero que ves… alguien que esté ahí cuando sientes que todo va mal, pues eso, alguien. Y después de mucho tiempo llevando ese tipo de “vida”, encontró a Alguien.
Visitante
En mi calendario ya tengo marcados los días que van sin tenerte a mi lado...
Y en mi piel tengo marcados tus labios...
Y en mi piel tengo marcados tus labios...
17 feb 2011
16 feb 2011
El último
Nunca sabemos cuándo será el último beso con esa persona. Siempre pensamos que habrá más y no le damos importancia. Pero a veces si todo se va a la mierda demasiado deprisa y preguntas a las personas cómo fue el último beso con su ex, el 95% responderán que no se acuerdan. Pues digamos que yo pertenezco a ese 5% que sí que lo hace, y aunque lo lógico sería “alegrarse” en cierto modo por ello, a mi me mata cada vez que recuerdo la última vez.
-Te quiero
-¿En serio?
-En serio…
-Yo también a ti…
Ya había olvidado porqué me enamoré de ti hasta que llegó el día del último beso. Recuerdo que ese día me miraste a los ojos y sabías lo que quería, después de todo, no somos personas a las que les guste hablar. Luego te abracé y te dije al oído, muy bajito, que te quería. Me abrazaste más fuerte y me dejaste sin respiración. En ese momento volvía a mi mente los recuerdos de tantos meses y recordé las tardes en las que me esperabas en Embajadores para irnos a casa, cuando apoyabas tu cabeza en mi hombro y te dormías y el pensar que no era lo suficiente buena persona para ti, porque después de todo, tú fuiste quién me recompuso cuando yo estaba rota, tú hacías que me sintiera mejor persona. Y te diste cuenta de que, como siempre, estaba pensando demasiado, así que como siempre, hiciste que dejara de pensar con un beso. Eran las 22:18 del 15 de julio de 2010, todavía no quería que te fueras y mi habitación estaba en silencio. Olías a Amor, Amor y llevabas puesta esa camiseta que te regalé cuando cumplimos 3 meses que te sentaba tan bien, unos pantalones cortos negros y unas sandalias que te ayudé a escoger un día que fuimos de compras. Y cuando consideraste que ya había dejado de pensar, separaste tus labios de los míos, me miraste de nuevo y te tumbaste en mi pecho para escuchar si mi corazón latía. Y lo hacía, lo hacía tan aceleradamente como aquellos días de diciembre en los que había perdido totalmente la cabeza por ti. Me apretaste la mano y me besaste otra vez, pero fue un beso rápido, de los normales… como si fuéramos a hacerlo más veces.
-Te quiero
-¿En serio?
-En serio…
-Yo también a ti…
Ya había olvidado porqué me enamoré de ti hasta que llegó el día del último beso. Recuerdo que ese día me miraste a los ojos y sabías lo que quería, después de todo, no somos personas a las que les guste hablar. Luego te abracé y te dije al oído, muy bajito, que te quería. Me abrazaste más fuerte y me dejaste sin respiración. En ese momento volvía a mi mente los recuerdos de tantos meses y recordé las tardes en las que me esperabas en Embajadores para irnos a casa, cuando apoyabas tu cabeza en mi hombro y te dormías y el pensar que no era lo suficiente buena persona para ti, porque después de todo, tú fuiste quién me recompuso cuando yo estaba rota, tú hacías que me sintiera mejor persona. Y te diste cuenta de que, como siempre, estaba pensando demasiado, así que como siempre, hiciste que dejara de pensar con un beso. Eran las 22:18 del 15 de julio de 2010, todavía no quería que te fueras y mi habitación estaba en silencio. Olías a Amor, Amor y llevabas puesta esa camiseta que te regalé cuando cumplimos 3 meses que te sentaba tan bien, unos pantalones cortos negros y unas sandalias que te ayudé a escoger un día que fuimos de compras. Y cuando consideraste que ya había dejado de pensar, separaste tus labios de los míos, me miraste de nuevo y te tumbaste en mi pecho para escuchar si mi corazón latía. Y lo hacía, lo hacía tan aceleradamente como aquellos días de diciembre en los que había perdido totalmente la cabeza por ti. Me apretaste la mano y me besaste otra vez, pero fue un beso rápido, de los normales… como si fuéramos a hacerlo más veces.
Lo necesito, te necesito
Cuando creo poder tenerte en mi mano, te escapas tan rápidamente que no me basta decir que en un abrir y cerrar de ojos ya has huido. Eres completamente impredecible. Porque cuando lo lógico es que salgas por el norte, tú, contracorriente, sales por el sur y me dejas sin palabras. Y por primera vez sentí que no existía las palabras cuando te vi venir hacia mí aquel viernes por la tarde en la Universidad, con una mano en el bolsillo de tu pantalón y la otra diciéndome “¿eres tú… de verdad lo eres?” y mirándome de reojo con una sonrisa en los labios. Lo mejor de todo es tu sonrisa porque no es exageradamente positiva ni negativa, es tu sonrisa… simplemente única.
15 feb 2011
Te tengo a las seis
Buenos días (me sonríes)... ¿Ya estás mejor? (tú contestas) Me alegro (silencio)... Bueno, hasta pronto... (me doy la vuelta, doy dos pasos, pero luego regreso hacia a ti) ¡Eh! Espera, no te vayas... Esto... He pensado que era buena idea decirte que hoy es un día soleado. Así que deja ya de creer que está lloviendo. Porque hoy es un día soleado. El cielo está despejadísimo, ya no hay más tormentas. Vive, por favor, vive. Porque no es fácil verte así. Es más, no me creo que te esté viendo así. No soy nadie en tu vida, lo sé. Perdí el derecho a decirte nada hace algún tiempo... pero ahora mismo, creo que te tengo a las seis. (Más silencio) Lo siento, y bueno ahora sí, hasta pronto. (Me detengo, pero no es por mí, sino por ti) Oye, esto no es una buena idea, pero tampoco puedo detenerte ahora. (El silencio ha terminado en tus manos).
Días
Hay días en los que puedes pensar que es mejor quedarse en la cama. De la cama al sofá y del sofá a la cama. ¿Para qué más? Son los típicos días en los que todo va al revés. La verdad es que hay personas que viven todos los días al revés, o al menos eso dicen. Sólo hay una cosa buena de vivir los días al revés: en cuánto vives más de dos días así, te acostumbras al ritmo y los días siguientes, son menos… difíciles.
De pronto pasamos de correr a caminar, y caer significa levantarse. Una lágrima produce alegría y el desaliento, fuerza. Sí, todo es cuestión de acostumbrarse. Pero nos cuesta. Claro, es fácil acostumbrarse a una pelea sin fundamentos o al silencio compulsivo… pero no es fácil acostumbrarse a caer por la derrota, a sentir el fracaso, al sinsentido. Las personas que se acostumbran a eso crean la común burbuja de… vidrio, si fuera de cristal sería mucho más frágil. Dentro de esa burbuja crean el mundo, su mundo y se comienza a experimentar el no sufrimiento ajeno, el no sentimentalismo.

14 feb 2011
Me faltas
Hay días en los que me levanto y siento que me falta algo. Bueno, en realidad, siento que me falta alguien.
Es curiosa la forma en la que alguien entra en tu vida y de pronto… se hace imprescindible. Se convierte en eso que necesitas ver, tocar, sentir… y en mi caso, lo único que puedo hacer es recordar.
Es increíble como tres días hacen que las cosas imposibles se vuelvan reales. Tan real como que estoy en un parque jugando sin que nada importe, o en un coche de su mano volviendo a casa, o en medio de calles que no conozco pero me las enseña con una sonrisa... tan real como que duermo en su cama abrazándola.
Es curiosa la forma en la que alguien entra en tu vida y de pronto… se hace imprescindible. Se convierte en eso que necesitas ver, tocar, sentir… y en mi caso, lo único que puedo hacer es recordar.
Es increíble como tres días hacen que las cosas imposibles se vuelvan reales. Tan real como que estoy en un parque jugando sin que nada importe, o en un coche de su mano volviendo a casa, o en medio de calles que no conozco pero me las enseña con una sonrisa... tan real como que duermo en su cama abrazándola.
¿Casualidad?
Buenas noches te digo siempre. Caminamos un rato. Una fiesta increíble nos espera. Pero no quiero estar ahí, creo que tengo suficiente con estar contigo. Poco a poco la noche se disipa cuando estamos a punto de hablar… después de más de dos horas en silencio. Lo único malo del silencio es que habla más que tú. Lo único bueno del silencio es que es algo que nos gusta a pocos. ¿De verdad necesitamos las palabras para expresar lo que sentimos? Yo creo que no, por lo menos creo que a ti y a mí nos sobra el hablar. Dos copas vacías, dos personas desconocidas. Te miro, pero no te reconozco. ¿Cómo has podido cambiar tanto? Podría preguntártelo, pero prefiero el silencio. Necesitamos el ruido de la melancolía. Tengo ganas de otra copa. Me detienes, cogiéndome la mano y luego me la aprietas. Dudo que sea buena idea arriesgar romper el silencio, las barreras. ¿Debería arriesgarlo? Tiraré una moneda de cinco céntimos al aire; si sale cara, arriesgaré, si sale cruz, pasaré… ¡Mierda! Ha salido cara. Me llamas por mi nombre, cómo no lo hacías desde hace mucho, mucho tiempo, y me siento a tu lado. Es curioso como a veces sólo basta con una palabra para destrozar tantos muros.
Sin palabras para ti
Más de un año. Ha pasado más de un año sin darme cuenta. Claro que me he dado cuenta. Nunca. Siempre. Todo. Nunca quise que pasara eso. Siempre has estado en mi mente. Todo lo que hubiera querido era parar el tiempo. Sí. Menuda locura. Cuando dijimos adiós ya sentía que todo se rompía en trozos cada vez más pequeños. Hace más de un año, una noche como puede ser la de hoy, creo que en lo único en lo que pensaba era en lo que pudieras responder, o quizás en la ausencia de tu respuesta. ¿Y si no hubiera ido? ¿Y si no te hubiera conocido? ¿Qué habría pasado si ni si quiera te hubiera saludado? Nos habríamos ahorrado muchas cosas, seguro. Recuerdo ponerme de los nervios esa noche, perder el control y tirar todo… por la borda. Caer. Una, dos, tres veces. Deseos de odiarte, pero era una estupidez intentarlo.
La imposibilidad se aferraba a mí. “Imposible”, es una palabra bonita, te la dedico a ti. ¿Por qué? Porque me demostraste que era imposible que intentara quererte. Porque me enseñaste que era imposible tomarme tus palabras en serio. Porque eres imposible de acceder, como una fortaleza, así eres. Aunque eras así, por lo menos antes me dejabas pasar, con un chupa chups durante los recreos y me dejabas cogerte de la mano y decirte las cosas más tontas del mundo.
La imposibilidad se aferraba a mí. “Imposible”, es una palabra bonita, te la dedico a ti. ¿Por qué? Porque me demostraste que era imposible que intentara quererte. Porque me enseñaste que era imposible tomarme tus palabras en serio. Porque eres imposible de acceder, como una fortaleza, así eres. Aunque eras así, por lo menos antes me dejabas pasar, con un chupa chups durante los recreos y me dejabas cogerte de la mano y decirte las cosas más tontas del mundo.
13 feb 2011
Recuerdo
«¿Enamorarme yo? Eso es tan posible como que los cerdos aprendan a volar mañana». Bueno, hay veces en las que no se puede evitar pensar que es el fin del mundo cuando estás con alguien y le miras directamente a los ojos... ¿De verdad he dicho lo que he dicho? En fin, desvarío, efectos secundarios de la literatura. Y una amiga dice «Es súper bonito cuando quedas por primera vez, sales del Metro, le ves ahí esperándote por lo menos desde hace cinco minutos y empiezas a ponerte de los nervios». «¡Oh, qué tierno!», claro, es lo que tienes que decir... ¿Por qué enamorarse? «Porque te sientes mejor.. no sé es algo que se siente... te sientes ¡especial!» Jajaja. Pavadas.
867A
Despertarse por la noche y no encontrar más tus manos. Sentir el vacío en mi cama, que no estás más. Entonces empezar a recordar aquellas noches en las que dormía abrazando tu perfume de Amor, Amor y todas las veces que me decías al oído «Te quiero» se convierten en un susurro cada vez menos audible. Los abrazos se quedan justo donde los dejabas, entre mi corazón y tus manos… espacio ahora avocado al vacío. Y por mucho que he tratado de que no se acabe, es imposible intentar detener lo que parece inevitable… al final ocurre. Un recuerdo vuelve a azotar mi mente, son tus manos frías sobre mi espalda dibujando corazones al despertar.
12 feb 2011
PequeñaRubia...
Érase una vez una chica. La historia de la chica, a decir verdad, me la sé a cachos. No me quejo. Es genial cuando unes los pedazos de un cuento y te das cuenta de muchas cosas que si te las dijeran tan fácilmente no sería tan… emocionante.
Es del tipo de chicas que no le asustan demasiadas cosas. Si mal no recuerdo uno de sus miedos es tener que coger un avión. Y una gran virtud suya es que te hace reír incluso cuando no quieres. Es una chica que, a mi parecer, es de las que lucha hasta el final por lo que quiere, que se cabrea cuando tiene que cabrearse, que llora poco delante de todos, que se ríe con la vida. Es de esas pocas chicas que quedan y puedes llegar a pensar que en verdad es única.
No más miedo
Un beso a media luz. Sin ojos que vean el miedo que sentimos entre vagón y vagón. Caminas despacio a mi lado, y es real, lo haces con una sonrisa en los labios, muy tímida sonrisa. Sólo sé que siento miedo de echar a perder la magia de la situación: tu cabeza sobre mi hombro y tu mano cogida a la mía. Un minuto así… hasta romper el silencio con un absurdo «Gracias», al que respondes con un beso en la mejilla… y de nuevo, silencio.No has dejado de jugar con mi mano, y tal vez sólo sea eso: un juego. ¿Sólo eso? Para nada es sólo eso. Es un cúmulo de sensaciones que estalla cuando te veo, con ese brillo especial en los ojos, tan feliz, tan feliz que consigues cambiar mi día por completo, y es sentirte de verdad ahí y preguntarme si de verdad te he encontrado, si de verdad merezco haberte encontrado… y te das cuenta de que estoy pensando demasiado y me das un beso, esta vez más cerca a los labios y te acercas a mi oído y me dices «No lo pienses, sólo vívelo».
11 feb 2011
La estilográfica de sus estaciones
Querer y no poder. Querer comprenderte un poco más, pero no poder hacerlo por la sublimidad de tus palabras, la magia con que las vas diciendo es única, simplemente tuya. Tú, sólo tú. Y aún cayendo la lluvia escribirías tú las líneas más hermosas que jamás podría leer, y ojalá pudiera, ojalá Él quiera que nos encontremos más veces. Él, inspiración entre todas las inspiraciones, por la que seguramente tú también escribes. Te veo por fuera con la tranquilidad que te caracteriza, con esa aura misteriosa que se niega a desaparecer del todo cuando te encuentras a mi lado, que no me deja conocerte, con la mirada en el infinito y las manos al aire, que parece que no te toca. Pero me es imposible ver tu interior, me resulta complicado, tal vez por mis estúpidas ganas de comprenderlo todo, quizás porque en el fondo ni si quiera te conozco.
10 feb 2011
Caminar en sentido contrario
¿Te acuerdas? Caminaba en sentido contrario y te encontré de nuevo, pero al lado de otra persona, a quién podría haber odiado siempre. Pero es así como tenía que ser, o al menos eso debíamos pensar. Tú alejándote cada día más para no hacernos daño, para que me olvidase de ti aunque eso tuviera el inconveniente de sufrir inevitablemente, yo intentando sacarte de mi vida para siempre aunque pensé que el «siempre» se convertiría en «nunca», porque desde el primer beso deseé que fuera «siempre» y de tanto desearlo entonces no pude ni intentar lo contrario.
Recordar aquellas noches en las que no dormía por miedo a que te fueras, me abandonaras y dejaras a mi corazón hecho pedazos, pero resultó que fue una tarde cuando todo quedó suspendido en el aire, flotando. Ir a la cama pensando en ti, en que olvidaste darme las buenas noches ese día, en que al día siguiente despertarías y no tendrías mis ojos mirándote, ni mis manos sobre las tuyas, ni mis labios diciéndote que te querían. Todo mi yo hubiera sido tuyo siempre, aunque no quisiera, aunque no quisieras.
Promesas olvidadas. Olvidarse de aquella tarde en la que prometimos no contar el secreto de las gotas de lluvia, o la vez que te prometí bajarte una nube para que durmiésemos en el cielo, lejos del ruido, donde nadie nos encontrara. Todo perdido en la mirada de tu alma, que no me dejabas ver ya como antes, antes de terminarlo todo. Promesas que nunca volveré a decir a nadie porque sólo te pertenecen a ti, a ti que nada te di más que mi yo, mis promesas, mi amor.
Imaginamos entonces que no existía el tiempo ni el espacio. Que sólo estábamos tú, yo y nuestras ganas de querernos. ¿Me hubieras dicho que ya no podías estar conmigo? ¿Te hubieras atrevido a no mirarme a los ojos? ¿Hubieras sido capaz de negar que me querías? Yo creo que no hubieras podido, porque aunque no me mirases a los ojos, yo si lo hacía y veía que no podías, que tenías tantas ganas como yo de volver a caminar de tu mano, de dejar nuestros nombre en los árboles, de esos paseos que acababan en el portal de tu casa y un beso interminable. Si ni tiempo ni espacio hubieran existido, te habría tapado los ojos, te habría guiado hasta nuestro rincón secreto. Entonces te habría besado de nuevo y prometido no volver a alejarme nunca más de ti, que te habría llevado al país de la lluvia y susurrado al oído todos sus secretos para así alejarnos de todo aquello que nos hacía daño, empezar de nuevo, una vez más, pero para siempre, porque eso quería contigo, un «para siempre», un «eternamente», un «hasta nunca». Dejar de no dormir para cuidar tus sueños, a no dormir para hacerte el amor, darte hasta el último de mis alientos, regalarte mi vida y más. Pero todo se quedó en la imaginación y la no realidad que mató las ilusiones que un día construí contigo. De ahí que caminase en sentido contrario y te encontrara al lado de otra persona a quién yo podría odiar siempre.
9 feb 2011
Deseos
Nunca sabes cuando un deseo puede hacerse realidad. No puedes creer que se cumplirá hoy, mañana, en una semana, en un mes, en un año… sólo confías en que tal vez algún día ocurra.
Deseas muchas cosas. Deseas cosas como aquel Audi A4 que viste el otro día paseando por ahí, o ese piso que está en venta en el centro que incluso te pasaste a ojear; deseas cosas como un simple aprobado en aquel examen imposible o que no te dejen hasta arriba de papeles en el curro; deseas un día para descansar y olvidarte de todo y de todos… deseas desde las cosas más banales hasta las más simples. Por pedir, que no quede ¿no?
Deseos: ¿cuántas veces los pedimos? ¿Cuáles importan de verdad? Y la pregunta más importante: ¿de verdad crees en tus deseos? Porque puedes desear mil cosas, sí. Pero si no crees en ellos de nada sirve ilusionarse, de nada sirve pedirlos.
Deseas muchas cosas. Deseas cosas como aquel Audi A4 que viste el otro día paseando por ahí, o ese piso que está en venta en el centro que incluso te pasaste a ojear; deseas cosas como un simple aprobado en aquel examen imposible o que no te dejen hasta arriba de papeles en el curro; deseas un día para descansar y olvidarte de todo y de todos… deseas desde las cosas más banales hasta las más simples. Por pedir, que no quede ¿no?
Deseos: ¿cuántas veces los pedimos? ¿Cuáles importan de verdad? Y la pregunta más importante: ¿de verdad crees en tus deseos? Porque puedes desear mil cosas, sí. Pero si no crees en ellos de nada sirve ilusionarse, de nada sirve pedirlos.
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