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En mi calendario ya tengo marcados los días que van sin tenerte a mi lado...
Y en mi piel tengo marcados tus labios...

9 mar 2011

Eso fue entonces

Hay veces que nos cerramos en banda a ver el sol, a ver que hay salidas. Nos creemos la mentira y decimos “No puedo”.

Joder, nos sentimos como la peor mierda del mundo y es como si nada de lo que pudiera pasar hiciera que las cosas cambien. Lo único que deseamos es que ocurra “eso”: que se acuerde, que llame, que no lo tire todo por la borda, que vuelva. ¿Cuántos no hemos deseado alguna vez eso?

Y la realidad nos mata... lo hace lentamente y sin ningún pudor: ni se acuerda, ni llama, ni deja de tirarlo todo por la borda, ni vuelve. En fin… sí, todo sigue igual y nosotros… nosotros también tenemos la sensación de seguir como siempre. De no haber dejado de pensar en él o ella, de echarle de menos, de quererle como siempre. Y no hay nadie en el jodido planeta durante una temporada que nos haga sentir ni por asomo lo que sentíamos antes. NADIE.


Podemos tirarnos días, semanas, incluso meses esperando algo que sabemos que no sucederá jamás. Porque por mucho que deseemos algo, no significa que pueda llegar a ocurrir. Es jodidamente frustrante eso de intentar salir del puto pozo en el que nos encontramos y resbalar cada vez que lo intentamos.

Pero (porque siempre hay un pero) sin darnos cuenta, sin querer, por pura casualidad (dios, como odio esa palabra en estos momentos) llega un día en el que nos levantamos con el pie derecho de la cama, que sentimos el suelo frio porque se nos ha quedado un calcetín sumergido en el nórdico, que nos levantamos con esas putas ganas de vivir de nuevo, de salir adelante, de no mirar atrás (aunque irremediablemente en algún momento lo haremos) y volver a ser nosotros. Cuando ese día llega, deja de doler, deja de hacernos daño, deja de importarnos un poco más, para importarnos un poco menos. Olvidamos que está ahí, online, tal vez riéndose de quien sabe qué tonterías. Olvidamos como suena su voz, como eran sus ojos, del roce de sus manos y de sus labios, y todos esos pequeños detalles que nos hacían felices. 
Joder, eso fue entonces pero hoy es hoy. Hoy no está, ni volverá a estar. Y, aunque parezca increíble, ya no deseamos que vuelva. Ya no. No hay más preguntas sin respuestas, no hay más noches en vela… no hay más y eso es todo. Todo es el cambio y el cambio lo es todo.

1 comentario:

  1. Tienes un blog estupendo. Ya lo he votado en tu encuesta de debajo ;)

    Un abrazo fuerte!
    Manu UC.

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