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En mi calendario ya tengo marcados los días que van sin tenerte a mi lado...
Y en mi piel tengo marcados tus labios...

14 mar 2011

3MSC


Mientras vivimos nuestra vida a veces nos gusta ir rápido, conduciendo nuestro coche ideal a 150km/h. Y es como si el mundo no existiera, que el único mundo que conociéramos es el que está dentro de nuestro coche.
Vamos deprisa, aceleramos, pasamos de lo que ocurre a nuestro alrededor muchas veces para que no nos afecte. Porque en el momento que nos afecta, hemos perdido… nos volvemos frágiles, como las hojas que se caen de los árboles en otoño al suelo. En el momento en el que nos afecta dejamos que las fronteras de nuestro mundo se expandan y vemos cosas que tal vez antes ni si quiera nos habíamos fijado que estaban. Dejamos de ser un “Yo” para ser un “Nosotros”.
Muchas veces cuando esto pasa es porque alguien se pone en medio del camino y hace que nos detengamos. Ese alguien nos sonríe y nos dice “Frena un poco…”. Dudamos un rato, pero sin darnos cuenta, dejamos que se siente en el asiento del copiloto. Y sucede que esa mirada, esa forma de ser, nos sorprende y, poco a poco, vamos frenando. Y cuando hemos frenado del todo, ese alguien nos envuelve, nos ilusiona, nos hace ver ese otro mundo que antes no queríamos ver… y estamos perdidos.
Un día, la  mirada desaparece, su presencia se esfuma, su existencia… empieza a desvanecerse y, si la cosa nos ha dado fuerte, nos rompemos. Y el coche se ha quedado por ahí perdido, junto con las ganas, junto con aquel mundo lejano. Y andando, llegamos a una estación de trenes. Nos sentamos en un banco de cualquier andén y vemos trenes pasar, esperando que de alguno de ellos se baje aquella persona a la que echamos de menos. Pero, en el fondo, sabemos que no volverá, nos damos cuenta de que las cosas sólo suceden una vez y que por mucho que lo intentemos, ya no volveremos a sentirnos igual.
Yo me he cansado de esperar sentir lo mismo de nuevo, me he cansado de echarlo de menos. Y por eso, hoy he decidido salir de la estación, y me he dado cuenta de que estamos a 7 de diciembre, de que hace más de un mes que ya no estás, de que en Madrid está lloviendo, de que estoy caminando bajo la lluvia, de que no me importa, de que… por un instante de milésimas de segundo me siento genial. Y lo más importante, me he dado cuenta de que por mucho que lo desee, no volverás jamás.

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